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Debate: 'Diversidad social, personas con discapacidad y derechos humanos: una cuestión pendiente'
A las personas con discapacidad se nos ve como algo normal y diverso porque lo diverso es lo normal
23/09/2016
El Ateneo ha tendido por fin la mano a la diversidad social de las personas con discapacidad acogiendo, por primera vez, el debate sobre una realidad que todavía está pendiente de aprobar. Las personas con discapacidad, castigadas y excluidas a lo largo de la historia, reclaman hoy seguir avanzando. Es cierto que la inclusión progresa, pero sigue habiendo muchas cuestiones pendientes y así lo expusieron y reivindicaron los participantes en este debate.
El presidente del CERMI, Luis Cayo Pérez Bueno, agradeció en primer lugar la posibilidad de celebrar este encuentro en un edificio tan “noble, añejo y vetusto”, que además es cuna y fuente de reflexión y pensamiento, que promociona esta actividad como parte de su esencia, al ser una institución cívica, cultural y política. Señaló, eso sí, que ésta sería la primera ocasión, en dos siglos de historia, en que se ocupaban y atendían el tema de la discapacidad. Quizás porque, como afirma Pérez Bueno: “las personas con discapacidad hemos estado castigadas sin haber cometido ningún tipo de falta o infracción”.
Según el presidente del CERMI, la historia ha condenado a una vida excluyente a “las personas que tenemos una diversidad de funcionamiento y no pertenecemos a ese canon de normalidad impuesto, que tantas exclusiones ha provocado e inducido”. De ahí, la necesidad de promover la reflexión y facilitar el pensamiento para lograr que se alumbren “formas de hacer innovadoras, que nos digan o nos señalen cómo darle plenitud a la sociedad, a la vida en comunidad, incorporando, incluyendo, toda la diversidad humana, valiosa, que representan las personas con discapacidad y sus familias”.
El debate ha sido promovido y patrocinado por la sección de derechos civiles Rafael Altamira del Ateneo de Madrid, a cuyo frente está Silvia Escobar, “una persona extraordinaria, de una calidad y calidez extraordinaria, inductora y cooperadora necesaria para que este debate se produzca”, afirmó el presidente del CERMI.
“La diversidad de funcionamiento”, continuaba, “ha traído un tratamiento excluyente, denigratorio, una negación de derechos, y ha situado a las personas con discapacidad a lo largo de la historia en zonas de sombra”, pero "por suerte la situación está cambiando, más lentamente de lo que nos gustaría a las personas con discapacidad” porque "estamos asistiendo a una emancipación, una liberación por obra de ellas mismas, por su activismo, por su militancia, por su no resignarse y crear organizaciones”.
Y antes de dar paso al resto de participantes, Pérez Bueno subrayó que la diversidad "aporta y mejora la vida en comunidad y la hace más digna y más decente, y solo puede ser abordada desde un enfoque de puros y simples derechos humanos". "Tenemos los mismos derechos, no tenemos derechos específicos, pero comprobamos que estamos muy atrás", denunció, "en esa métrica de la inclusión y del acceso a los bienes sociales básicos”.
La diversidad de funcionamiento
A continuación, intervenía Francisco Vañó, que proviene del mundo asociativo (Aspaym, Predif y el CERMI) y de la política, de hecho, fue el primer diputado con discapacidad. En su exposición quiso aprovechar su experiencia personal para mostrar ese recorrido alcanzado, ya que según relataba, cuando tuvo el accidente que le llevó a la silla de ruedas, en 1971, no se le ocurrió en ningún momento reclamar a nadie su derecho a entrar en un edificio con su silla y dejó de asistir a lugares como el Ateneo porque no eran accesibles. "En el 71, ni se me ocurrió reivindicar que hiciesen accesible el Ateneo. Entonces, se ocupaba de nosotros la beneficencia, que afortunadamente se ha convertido, tras una larga lucha en una cuestión de derechos humanos”.
“Hemos mejorado mucho pero no hemos culminado”, afirmaba Vañó tajante, explicando que tres son los elementos que han "mejorado" la situación de las personas con discapacidad: "la evolución y el desarrollo del país, el movimiento asociativo y la evolución legislativa”. Pero extendió su exposición a la tarea realizada por la sociedad civil, ensalzando la labor del CERMI. "Gracias a su reivindicación y su manera de plantear las cosas", elogiaba, "ha propiciado que la administración asuma las soluciones. La forma de actuar del CERMI, su pragmatismo y su presencia constante ha hecho que se vea más la discapacidad, se entienda, se atienda más y se cree conciencia”.
Además, desde el mundo político quiso destacar la labor de la comisión de discapacidad del Congreso de los Diputados “en la que todos teníamos la vocación de resolver los problemas de las personas con discapacidad, con caminos diferentes", aclaró, "pero persiguiendo todos el mismo fin. Había una sintonía que no existía en otras comisiones”.
Concepción Díaz, presidenta de la CNSE y su fundación, también quiso comenzar su intervención relatando su vivencia personal. Para ello, comenzó recordando que entre los 50 y los 80, las personas con discapacidad vivían "una época muy oscura". "La percepción de la sociedad hacia nosotros era muy negativa, nos veían como personas con menos valor", refería, "y eso hace que tú construyas tu identidad de una forma diferente. Se nos imponían unos límites, no nacíamos con ellos”.
Derecho a ser como somos
La visión negativa que la sociedad ha tenido hacia las personas sordas, y las personas con discapacidad en general, ha supuesto "una dura lucha", según explicaba Díaz, porque “a las personas con discapacidad la sociedad nos ha negado nuestro derecho a ser como somos, a vivir con nuestras limitaciones, igual que el resto”.
Adentrándose en el grupo poblacional de las personas sordas, la presidenta de la CNSE aseguraba que como comunidad, han vivido un proceso "muy importante" que definió como "la construcción de nuestra identidad como personas sordas”. Sin embargo, para llegar hasta ahí han pasado por una esa “historia dura, de lucha y de sufrimiento”, ya que su lengua de signos, su forma de expresar “quedó castrada", pues se decidió incluso eliminar de las escuelas”. "Y es que", critica, “teníamos que parecer oyentes, que no se notara que éramos personas sordas". Fue a partir de los 90, según Díaz, "cuando vivimos nuestro despertar y empezamos a reconocernos como personas útiles para nuestra sociedad”.
Concluía la presidenta de la CNSE con un mensaje claro y directo sobre esa diversidad necesaria: “lo más importante que estamos haciendo ahora es darle una vida digna a las personas con discapacidad. Luchamos por eso, pero también estamos construyendo sociedad y ahora la sociedad española es mejor gracias al movimiento asociativo de las personas con discapacidad". Aseguró que desde este, están dando un "enfoque, una visión que la sociedad antes no tenía". "También la sociedad y su percepción de cara a nosotros es diferente, hemos ganado en visibilidad y se nos ve como algo normal y diverso", remachó, "porque lo diverso es lo normal”.
Afortunadamente, en nuestro país el mundo académico y la sociedad civil ya hace tiempo que se pusieron de acuerdo a la hora de definir qué es la inclusión social. Así comenzaba su exposición Agustín Huete, sociólogo y coordinador del Observatorio Estatal de la Discapacidad. Y explicó que la inclusión depende básicamente de tres variables: la económica, los derechos básicos (educación, sanidad, vivienda...) y las relaciones sociales.
Y según esas variantes y los datos que arroja cada año el 'Informe Olivenza del Observatorio de la Discapacidad', las personas con discapacidad presentan un déficit de inclusión muy superior al resto de la población. En el ámbito económico y de derechos básicos están un 33 por ciento por detrás del resto de la población, pero en las relaciones sociales, se encuentran a medio camino, es decir la inclusión es un 50 por ciento menor. Según el experto, en las relaciones sociales es donde realmente se aprecia el déficit de inclusión “porque las sociedades se resisten al cambio y la discriminación se fundamenta en el ámbito privado”.
Extraordinaria invisibilidad
Huete destacó, además, la importante discriminación hacia las mujeres con discapacidad, que sufren un 60% más maltrato y abusos que las mujeres sin discapacidad, y matizó que “las estadísticas nos dicen que las personas con discapacidad intelectual y las personas con enfermedad mental siguen estando encerradas en casa”. Según su conclusión “en el ámbito privado, la mayoría de las personas con discapacidad siguen estando en una situación de extraordinaria invisibilidad”.
La periodista social Beatriz Sancho, que se ocupó de la última intervención en el debate, abordó el tema de la diversidad aclarando que lo hacía desde "su propia perspectiva" porque se trata de "un discurso inabarcable", ya que "sin entrar en clasificaciones y subdivisiones, al menos nos encontraríamos ante más de siete mil millones 400 mil tipos de diversidad, una por cada ser humano".
"Aunque el propósito sea loable", apuntó Sancho, "lo que terminamos haciendo con las clasificaciones posibles de la diversidad es etiquetar, discriminar, separarnos... cuando, irónicamente, lo que anhelamos mediante la invocación del concepto y su intrínseco abundamiento y enriquecimiento es unirnos a lo que nos es distinto, que nos incluyan, es reunirnos con 'los otros' para sumar".
También señaló que durante el desempeño de su profesión en medios sociales, se encuentra con frecuencia ante una situación "paradójica, rocambolesca, irónica e incongruente" que siente la necesidad de "visibilizar a través de su activismo personal en el periodismo".
Aludía así a la "petición reiterada", por parte del mundo asociativo, de que las personas con discapacidad sean incluidas en todo ámbito, de que se tome conciencia de sus necesidades, de sus demandas, y de que se derriben todas las barreras físicas y mentales sociales "cuando resulta que nuestra casa, está aún sin barrer", sentenció la periodista con discapacidad refiriéndose al hecho de que el sector poblacional de la discapacidad "discrimina al 60 por ciento de las personas que engrosan sus filas: las mujeres con discapacidad".
Metadiscriminación
"Estamos hablando, en todo el mundo, de 444 millones de mujeres con discapacidad que somos discriminadas", recordó la redactora. "Se vulneran nuestros derechos humanos, por discapacidad y género, desde la sociedad, de nuestras casas, pero también por género dentro de nuestro propio movimiento asociativo, que debería defendernos, ponderarnos, volcarse en nuestro auxilio y compartir todos los ámbitos en los que ellos ya están presentes".
También recalcó Sancho que parte de la responsabilidad de esta situación recaía en "ellas mismas", las mujeres con discapacidad: "cuando decidimos no salir del hogar, cuando desperdiciamos puestos laborales de envergadura y otras oportunidades creyéndonos imprescindibles e imbatibles en el cuidado de nuestros hijos y nuestras hijas, o dejándonos siempre para el final diciéndonos que esto es una muestra de amor hacia los demás, en lugar de un 'desamor' propio".
Y concluyó sentenciando que la única comprensión verdadera que posibilitará la integración, la inclusión completa de las personas con discapacidad como riqueza, como diversidad "será a través de la experiencia personal, pasándola por el corazón y no solo por la razón".
"Porque la persona que convive con nosotros a diario puede llegar a conocernos, si se lo permite, y comprobar nuestro valor, nuestro aporte personal, el enriquecimiento y la abundancia que les brinda tratarnos, aceptaros, incluirnos", abrochó. "Así es como ese 'otro' logra disipar sus temores, sus dudas, sus prejuicios, y no habrá vuelta atrás en su interior. Se convertirá incluso en defensor nuestro, dejará de hurtarse a sí mismo".